Situado en una de las entradas naturales de la Sierra de Alcaraz, Salobre es un pueblo de una admirable belleza natural enclavado en un fértil valle por el que pasan dos rios: el Salobre (que da nombre al pueblo) y el Ojuelo.
Su historia está ligada a la de Alcaraz, ya que perteneció al Concejo de Alcaraz desde que este se formó y que tuvo industrias metalúrgicas subsidiarias de las fábricas de Riópar.
Todo el casco urbano conserva un trazado medieval, formado por calles estrechas que van a parar a la plaza del pueblo aunque el encanto de Salobre reside más en el entorno paisajístico que lo rodea donde destaca el estrecho de Hocino. Aún así conserva algunas construcciones que deben ser tenidas en cuenta como la ermita de la Paz y la Iglesia de Santo Domingo en Reolid (pedanía de Salobre) del siglo XVI, que alberga un interesante artesonado mudéjar.
En Reolid, una de sus aldeas, se encuentran dos de los cuatro balnearios que hay en la provincia de Albacete.